miércoles, 5 de septiembre de 2012

40 años de la masacre de Munich..

El 5 de septiembre de 1972, ocho terroristas palestinos de Septiembre Negro irrumpieron en la Villa Olímpica de Munich, mataron a dos deportistas israelíes, Yossef Romano y Moshe Weinberg y tomaron como rehenes a otros nueve exigiendo la liberación de terroristas de las cárceles israelíes. 


El gobierno alemán se negó a que una unidad de élite del Tsahal a liberar a los rehenes. En su lugar accedió a que se trasladasen a la base militar de Furstenfeldbruck, donde creían que se les permitiría escapar a Egipto. Allí les esperaban cinco policías sin rifles de precisión ni preparación alguna que iniciaron un enloquecido tiroteo que acabó con los atletas israelíes asesinados. 


 El jefe del Mossad, Zvi Zamir, que presenció lo sucedido consideró que los alemanes no hicieron el más mínimo esfuerzo para salvar las vidas de los rehenes, más bien lo contrario. Pocos días después, el presidente del COI Avery Brundage, que había sido un notorio simpatizante de los nazis en 1936 se negó a suspender los Juegos. El ministro de exteriores alemán, Walter Schell,  se reunió con los terroristas para negociar que no habría más atentados en Alemania. A cambio se liberó a los tres que sobrevivieron.


 Como consecuencia de todo ello, la primer ministro Golda Meir ordenó la llamada "Operación Ira de Dios" en la que se inició la eliminación de los cabecillas de la organización. De los que participaron en la masacre de Munich, hoy hace 40 años, sólo sobrevivió Abu Daud, muerto en Siria en 2010 -protegido de Assad-,  y el funcionario  de la OLP responsable de financiar la operación, Abu Mazen, conocido hoy como Mahmoud Abbas, líder de la ANP., como reconoció abiertamente Abu Daud.

Durante los Juegos de Londres se celebró un discreto acto en recuerdo a los 11 asesinados, pese a que miles de personas habían pedido un minuto de silencio durante la ceremonia inaugural. La viuda de uno de ellos, Ankie Spitzer tuvo la oportunidad de indicarle al presidente del COI que se sentía avergonzada del mismo por la discreción de aquel homenaje y de la negativa al minuto de silencio solicitado.

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